domingo, 23 de marzo de 2008

La Odalisca


Cuanta sensualidad puede transmitir una persona con el sólo movimiento de sus manos! pensé el día que observé bailar por primera vez a Marcia, mi profesora de danza árabe. Ella logra la perfecta unidad al reunir magistralmente lo espiritual y lo terrenal en su danza, con armonía, con creatividad, con ritmo y feminidad.

Con su torso, aplicando desplazamientos suaves y delicados, exponen el lado místico de su ser, sus brazos y manos asemejan las alas frágiles y etéreas de un cisne. De la cintura para abajo, intercalando movimientos muy particulares, de ondulación, de golpe y vibración; sensuales y enérgicos, logra expresar lo material, valiéndose de sus caderas para exteriorizar la sensualidad femenina.

Su cuerpo físico, ataviado con adornos, brazaletes, monedas y velos de vivos colores, es la herramienta que le permite revelar sus otros cuerpos etéreos y al mismo tiempo, la libertad femenina, sin culpas, sin bloqueos, liberando su espiritualidad y su sensualidad, mitificando la imperecedera seducción.

Luego de conocer al ser humano detrás de la “odalisca”, mi asombro es todavía mayor, no sólo por su dulzura y talento, sino también por su paciencia y vocación por difundir este arte entre mujeres como yo, quienes al realizar este baile, sentimos que emergen sensaciones ocultas, eternamente reprimidas, inconcientes, concediéndonos la reconciliación con nuestro cuerpo y el despertar de nuestra sensualidad dormida
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Marcia Samina
2780195 /2689016/97356748

domingo, 16 de marzo de 2008

¿Porqué tú?



¿Porqué tú?, pregunto una y otra vez.
¿Porqué tú? y no obtengo la respuesta.
Eres fuente de un amor
que no entiende de tiempos ni distancias,
de un sentimiento sin esperanzas,
de una ilusión de desilusiones.
Tú, aventurero apasionado,
impredecible animal de otra especie,
de otro mundo, de otros tiempos.
¿Porqué tú?
Tú, quien ignora mi presencia,
me sanciona con su indolencia,
me niega el afán de una sonrisa.
¿Porqué tú?
¿Es tu misterio lo que me atrae?
¿es tu silencio mi perdición?
¿es tu incertidumbre mi debilidad?.
Tal vez, el delirio por un beso tuyo
¿la fatalidad de mi muerte?
Déjame ser el sosiego en tus desvelos,
el faro de tus confusiones,
la esperanza de tus tribulaciones,
la luz de tus noches oscuras.
Ven magno aventurero.
Tienta a mi lado en la certeza de mis perspectivas,
emprende conmigo la ilusión de una nueva jornada,
ancla tus naves errantes en mis tierras seguras,
en mis caricias, en mis afectos, en mis pasiones.
Depón tus mundos, tus tiempos y tus batallas
a la inmensidad de mi ser,
devela tu misterio y ven,
desmiénteme la dolorosa eternidad del
¿Porqué tú?

sábado, 8 de marzo de 2008

¿Está usted segura?

Hacienda San José, Chincha


Pero, ¿Usted está segura? me repetía una y otra vez, ¿Usted está segura que desea tomar clases de Festejo? Yo, armada con una gran sonrisa, mucho entusiasmo y absolutamente convencida de mis habilidades como bailarina, insistía que sí, que estaba completamente segura. No sólo quería tomar clases de baile con ellos sino que, además, sabía que me convertiría en una de sus mejores alumnas y orgullo de tan prestigiosa academia.

Cansada ante mi tozudez y habiendo utilizado casi todos los argumentos que disponía para convencerme de lo contrario, la señorita me propuso participar de una clase de demostración, “completamente gratuita” dijo.

Yo soy una de esas personas a las que “le pican los pies por bailar”, siempre me gustó. Bailo cada vez que escucho música. Pero mi súbito interés por aprender a bailar Festejo “profesionalmente” se debía a que el fin de semana anterior, en un corto viaje a Chincha, había conocido a la familia de una amiga, gente maravillosa que hacía música, unos cantaban, otros tocaban instrumentos y todos, absolutamente todos bailaban. Cada uno con mayor gracia y arte que el otro.

Mientras esperaba la clase y observaba parejas de niños practicando coreografías de marinera con mucho garbo, fueron llegando quienes luego descubrí que serían mis compañeras, chicas jóvenes, delgadas, vestidas con faldas muy cortitas, y blusas atadas debajo del busto. Yo, estaba ataviada con un buzo que me quedaba grande porque lo había tomado prestado de uno de mis hijos.

Y se dio la partida! Al frente el profesor realizaba los movimientos que nosotras debíamos seguir, los mismos que al combinarlos se convertían en graciosas coreografías. Hicimos 15, 40, 60, 100 repeticiones de los movimientos, hasta que todo el grupo cogiera los pasos, bueno, al menos… la mayoría.

A estas alturas, el profesor ya me había movido a diferentes posiciones “estratégicas” dentro de grupo, de adelante, al medio, al costado, atrás, al otro lado. Pero eso no me inquietaba, yo estaba en otra, no sólo transpiraba copiosamente y prácticamente agonizaba por falta de aire; sino que además, no seguía los pasos ni “pescaba” el ritmo de la música, cuando todas se movían para un lado, armoniosamente y al compás, yo lo hacia para el otro. Todas para arriba, yo para abajo, y así...

Yo, que creía haber pensado en todo: la mejor academia, el horario, las vías de acceso, el estacionamiento. No reparé en lo más importante… mis 2 pies izquierdos!!!



Marión. Pilar, yo y algunos miembros de la familia en Chincha